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viernes, 16 de agosto de 2019

(SPOILERS) Once Upon a Time in... Hollywood: La magia del cine

ADVERTENCIA: Plagado de spoilers. Estrenaron ayer la película, por lo que mucha gente puede que no la haya visto todavía. Abstenerse a leer la crítica entonces.

 
Once Upon a Time in... Hollywood: La magia del cine
Tras unos tres años y medio nos ha llegado por fin la nueva cinta de Quentin Tarantino: una película que funciona más bien como un trabajo de homenaje que como una historia. La clara demostración de que estamos ante el mejor director de la historia. Una cinta ágil, entretenida y visualmente espectacular. Peca la falta de "Tarantinismo", por lo que se convierte en su película más distante, personal y comercial. Sin embargo, es una puerta a la esperanza y a la gloria. Todo es posible... en la ciudad de las ilusiones.


El proyecto de "Once Upon a Time in Hollywood" nace a mediados del año 2017, cuando Quentin confiesa estar escribiendo un guión basado en los crímenes de la familia Manson (una secta hippie y psicópata que causo furor en los años 70 de EEUU). Poco a poco, el proyecto va recopilando nombres, entre los que figuran los de sus protagonistas: Leonardo DiCaprio y Brad Pitt. El primero, llevaba 4 años sin rodar una película desde que le concedieron el óscar por su sobrevalorada actuación en "The Revenant" (2015), mientras que el segundo ha rodado un par de películas, un documental y algún cameo en una famosa cinta sobre un superhéroe torrentino. Bastante más ocupado y bastante mejor actor que DiCaprio, en mi opinión. El reparto se fue completando poco a poco con los actores Timothy Olyphant, Damian Lewis, el tristemente fallecido Luke Perry, Dakota Fanning y otros que no hacen más que meros cameos en la película. El plato fuerte son Margott Robbie en una acertada y silenciosa Sharon Tate y Al Pacino como promotor de la carrera del personaje de DiCaprio.
De la filmografía recurrente de Quentin repiten en simpáticos cameos Kurt Russell (que hace las veces de narrador), Zoë Bell, Michael Madsen y Tim Roth, aunque su participación finalmente fue cortada.
La cinta comenzó a rodarse el verano pasado y desde entonces ha sido objeto de un boom promocinal por parte de la productora y los actores. Una sola foto en instagram y DiCaprio se llevó más de dos millones doscientos mil "likes":


La película tiene mucho para desarrollar, aunque diré que solo la he visto una vez, así que os hablaré desde una primera impresión. Confió hacer un visionado más en el cine antes de que salga en DvD (navidades, claro):
Nadie en su sano juicio diría que estos dos actores se parecen. Quentin sí. Además, que uno es actor  y otro su doble. Y con esa premisa arranca la película: Rick Dalton (Leonardo) en un actor de televisión que busca algo más allá, pero su única expectactiva es rodar coproducciones italo-americanas en Italia. Por su parte, Cliff Booth (Brad) es un doble y especialista de acción, que ante la falta de trabajo le hace las chapuzas caseras a Rick y cobra por ello. Juntos o separados, se mueven por el tumultuoso Hollywood de 1969, ante la atenta mirada de despóticos directores de cine, millonarios egocéntricos y hippies piscópatas. 
He ahí la premisa del film, como siempre, simple. El caso es que a diferencia de sus otras películas, la premisa del film y todo su desarrollo es, simple, sencillo, al más puro "Django Unchained" (2012) pero con unos resultados espectaculares (ahora comentaremos).
La película se divide en dos partes totalmente independientes y ágiles, entretenidas y al estilo "Reservoir Dogs" (1992) pues incluyen flashbacks, pequeñas historias y saltos temporales mínimos. Olvidemonos del Tarantino que que fragmentaba sus obras hasta el máximo.
La primera parte y la de mayor duración (unas dos horas) nos presenta al dúo, una noche, que ambos entran a un garito para que Rick se entreviste con el productor que interpreta Al Pacino. Tras ello y un viaje en coche, la película nos muestra a ambos realizando sus habituales tareas nocturnas (unos whiskys o unos macarrones, adivinad quién toma el qué) en una escena en la que podemos denotar un guiño a "The Hateful Eight" (2015). Ya, al día siguiente, a pesar de que sus vidas están enlazadas, no volverán a verse las caras hasta que finalize la velada, cuando ambos visionaran "F.B.I" en casa de Rick.
Durante este primer tramo del filme pasan muchas cosas y nos damos cuenta de otras tantas: la película es una auténtica delicia visual, en la que apreciamos el Hollywood de 1969 en todas sus formas (hogares, decorados de cine, la ciudad, los coches...). Diseño de producción: 10. Es durante esta parte que se desarrollan dos historias que eclosionaran en la segunda parte de la película.
Por un lado, la carrera de Rick, que va tomando forma, con la interpretación de un villano en un film del western. Aquí presentes las actuaciones de Timothy Olyphan y Luke Perry, el segundo, en un minúsculo papel que parece insultante a su memoria. Ellos dos sin embargo, solo forman del contexto cultural-cinematográfico en el que se mueve el personaje de DiCaprio, por lo que, viendolo bien, aunque ridiculas, sus participaciones son justas y esenciales para entender el desarrollo de la capacidad actoral de Rick. Por la otra cara de la moneda, Cliff, después de una chapucilla en casa de Rick, da una vuelta con su coche y recoge a una hippie que lleva al rancho Spahn.
Antes de hablar de esa secuencia, quisiera detenerme en otra que me ha parecido una verdadera joya y lo más Tarantiniano de la cinta: la pelea contra Bruce Lee y la discusión con el personaje de Russell y Bell. Desternillante. Veanla, por favor.
La secuencia en el rancho es tal vez de lo mejor que ha rodado Quentin (junto a la pelea de los 88 maniácos y la escena de la cabaña con Landa): se respira terror. Pavor. Miedo absoluto ante lo que se encontrará el personaje de Pitt en la casucha donde se debe hallar el viejo Spahn. El conjunto sectario que forman los hippies es terrorífico, hasta que por fin, Pitt se lia a ostias. Olé sus cojones, en otra secuencia puramente Tarantinesca.


Ahora, la segunda parte y desenlace de la anterior: tras unos seis meses rodando películas en Italia (y en Almería), Rick y Cliff vuelven a Hollywood, a pasar una última noche de borrachera antes de que Rick despida a Cliff por exigencias de su esposa. Por la noche y mientras Cliff saca a su perra a pasear mientras se fuma un cigarrillo bañado en ácido (que nos dejará un Brad Pitt magistral), Rick amenaza a unos hippies que no son ni más ni menos que miembros de la manada de Manson y se dirigen a casa de Sharon Tate.
Obviamente, no acaban en esa casa y se meten en la de Rick, donde Cliff, con una lata en la mano y un silbido a su perra, se carga a dos de ellos en la única escena violenta de la película, ¡pero que escena!, después de que una huya y caiga en la piscina, Rick se apresura a por su lanzallamas y... Bueno, el cine hace su trabajo. Puro Tarantino en esta escena, mezcla de violencia y humor completamente loco, con unas líneas de díalogo articuladas por unas gesticulaciones majestuosas de ambos protagonistas.
Y el film acaba como todos queremos que acabe: Rick conociendo a Sharon Tate.
Aunque no lo parezca, hay dos figuras muy importantes en la película que apenas se las ve: la primera, la de Sharon Tate, cuyas mayores participaciones se ejecutan en un cine y en una serie de escenas sin diálogo: un homenaje a la actriz como pocos sabrian hacer. Y como bien me han dicho hoy, Tarantino la recuerda no por lo que la pasó, sino por lo que hizo. 
La otra figura es Charles Manson: todos esperabamos verle, dirigir la secta, liarse a los puños con Brad Pitt... Pero aparece conduciendo una furgoneta de helados y preguntando por unos viejos amigos. Si no te lo dicen, no piensas que es Manson

La película, como he dicho antes, es el film más diferente de Tarantino: no hay largas conversaciones sobre temas mundanos, no hay una violencia exagerada y sumamente cómica (cómica sí, pero exagerada no), no hay personajes obscenos... Es un culto al cine. Presenta a una pareja protagonista normal, común en el mundo del celuloide. Nos muestra a actores y directores como tal, los problemas de la escalada en el cine. Puede que, con "Jackie Brown" (1997) y "Death Proof" (2007) esta película cierre una trilogía de homenaje a lo extinto (el blaxpoitation, la serie Z y la edad de oro del cine) con la diferencia de que es una obra mucho mejor y más hermosa.
La película a pesar de su falta de Tarantinismo se hace ágil, entretenida y ligera. No sobrecarga ni te hace exasperar, no te dan ganas de abandonar la sala, te conviertes en un visitante al Hollywood dorado. Tarantino te coge de la mano y te invita a rodar con él.
Las actuaciones son geniales. En especial Pitt, que se devora a DiCaprio. Al Pacino y Robbie nos brindan los momentos suficientes para que no se sobreexploten y acaben agotando. Las participaciones del resto del elenco, divertidas, en especial Russell, Madsen, Bell y la pequeña Julie Butters.
Así mismo, la película se compone de una sucesión de escenas en un patrón DiCaprio - Pitt - Robbie que varía en ciertas ocasiones. Completamente diferente a lo habitual de Quentin.
Un aspecto que creo tener que criticar con dureza es la narración: hemos visto como este recurso se ha utilizado para puntualizar detalles (las películas de Nitrato en "Inglourious Basterds") o para advertirnos sucesos que hemos dejado escapar (el envenenamiento del café en "The Hateful Eight") pero aquí supone una excusa simple y sucia para dar saltos temporales enormes. 
La BSO es excelente, muy bella, con tema verdaderamente pegadizos y emocionantes, como el que suena cuando Rick Dalton entra en la mansión de Tate.
Con todo, sacamos en claro que la belleza de "Once Upon a Time in... Hollywood" reside en el amor que profesa Tarantino por el cine, y la meticulosidad con la que se desarrollan los rodajes y las escenas más cinematográficas, en las actuaciones, todas, estelares y en la agilidad y ligereza del desarrollo de una película más al estilo de "Django Unchained" (2012) o "Pulp Fiction" (1994). Peca su guión, en el que escasean esos díalogos que tanto nos gustan, y la violencia, aunque luego compensa de alguna forma en el final.
No creo que sea una de sus mejores películas, pero tampoco un paso intermedio. Por todo lo dicho, se queda a la mitad.


Aunque admito que me lo pasé de puta madre viendola. Las cosas como son.

Pibón del Barroco

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