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domingo, 11 de agosto de 2019

Inglourious Basterds: La venganza maestra



Inglourious Basterds: La venganza maestra

"Death Proof" (2007) supuso un fiasco en el panorama internacional: aunque los más aférrimos de Quentin Tarantino sostenían que el film era completamenten genuino y propio de su autor, la obra ganó bastantes detractores. No es de extrañar entonces, que Quentin se dispusiese a darlo todo para su próxima obra y crear un film completamente anclado a las raíces de su cine. Entre varios proyectos en la cabeza, se decantó por uno desarrollado en la Francia ocupada durante la Segunda Guerra Mundial con un aire de "spaghetti western" y un alto porcentaje de venganza. Esta obra, inconclusa desde principios de siglo, llevaría por título "Inglourious Basterds", clara referencia al título anglófono de la obra "Quel maledetto treno blindato" (1978) de Castellari. El guión fue redefinido varias veces y se pospuso para rodar "Kill Bill" (2004) y "Death Proof" (2004), hasta que ya, en 2008, Quentin se lanzó a la aventura, una aventura extremadamente cara para la "The Weinstein Company", pues costó 70.000.000 $. Los estudios recelaban de darle el capital a nuestro hombre, pero tras una serie de negociaciones con "Universal Pictures" acabaron cediendo.

La parte más difícil de la preproducción fue la selección de actores para una película que requería un reparto casi coral: Brad Pitt encarnaría al protagonista, el Teniente Aldo Raine, un estadounidense judío que ya fué contrabandista y se encarga de reclutar a sus iguales para liquidar nazis de las formas más horrendas posibles. Su escuadrón asesino, de nombre "Malditos Bastardos" o "Los Bastardos" se compuso por los actores B. J. Novak, Omar Doom,Gedeon Burkhard, Til Schweiger y Eli Roth, quién además rodaría la película ficticia que se proyecta en el cine del film. Aún en el bando de los "buenos" Diane Kruger interpreta a Brigdet Von Hammersmark, la actriz traicionera del régimen nazi, Michael Fassbender al inglés representante de la "Operación Kino" y Mike Myers a su superior. Mélanie Laurent y Jackie Ido son Shosanna y Marcel, la pareja dueña del cine donde se achicharran los nazis. En el bando de los "malos", nuestro paisano Daniel Brühl interpreta al soldado Zoller, protagonista de la velada nazi y torpe ligón, August Diehl es Dieter Hellstrom, el perspicaz nazi que encuentra a los bastardos en la taberna. Los personajes históricos de Hitler y Goebbles también aparecen, en unas caricaturescas, cómicas y casi simpáticas versiones de ellos mismos. 
Pero indiscutiblemente, el rey del reparto es Christoph Waltz, quién encarna a uno de los mejores personajes salidos de la mente de Quentin Tarantino: el políglota Coronel Hans Landa de la SS. 
Originalmente, sería Leonardo Di Caprio el encargado de darle voz e imagen al villano de la cinta, pero tras otras audiciones, Quentin no supo a quién elegir. Se planteó la cancelación de la película si no se encontraba a un actor perfecto para el papel de Landa. Ya por fin, el completo desconocido Waltz (actor de televisión alemana y diminutas producciones europeas) apareció en un casting y Quentin quedó tan asombrado con su actuación que le dió el papel de inmediato. Huelga decir, que su actuación fue alabada por crítica y público, creando no solo uno de los personajes más reconocidos del cine de Tarantino, si no uno de los mejores villanos de la historia del cinematógrafo.

Ya con todo, la película se desenvolvió en un rodaje frenético para llevarla a Cannes, donde ganó a mejor actor Christoph Waltz y la obra estuvo nominada a la Palma de Oro.
"Inglourious Basterds" nos sitúa en un universo donde la muerte de Hitler y el final de la guerra varián parcialmente, un punto fuerte que Quentin supo manejar a su antojo y con el que, increiblemente, no se ganó el odio de los historiadores. La película narra dos historias paralelas, una, en la que una unidad del servicio secreto americano se dedica a campar a sus anchas masacrando nazis por donde puedan, y que tras ponerse en contacto con los ingleses, deciden explotar un cine donde asistirá (como Myers dice) "la flor y nata del cine alemán". Esta historia, completamente Tarantinesca, elabora unos personajes tan inverosímiles en la vida real que en la guerra crean unas personalidades excelentes. Y para más inri, todos juntos suman más. Así, destacan las mentalidades psicópatas del temible "Oso judío" y del nazi Hugo Stiglitz, que protagonizan las matanzas más violentas de "Los Bastardos" encabezadas por el (porqué no decirlo) burlesco personaje de Pitt, la medida perfecta de un hombre duro y un galán hollywoodense, quién con acento sureño y prominente mandíbula que recuerda a la de Vito Corleone ("The Godfather", 1972) decora las frentes de los soldados que desean dejar de ser nazis con una bonita (y práctica) esvástica.
El desarrollo de esta historia pasa por varias fases, la primera, la presentación de nuestros particulares héroes. Cabe destacar la presentación del personaje de Til Schweiger, en formato comic, con la voz de Samuel L. Jackson narrándola, un efectivo y rápido añadido a la escena que la vuelve más ficticia y digerible. Tras las pertinaces presentaciones entre Pitt y un militar alemán, se hace alarde la más pura violencia de "Kill Bill" (2004) cuando el Oso Judío revienta a golpes de bate la cabeza del hombre, un recurso significativo y muy propio para la cinta. 
La siguiente fase transcurre tras dar los detalles de la "Operación Kino" a los espectadores: los bastardos se trasladan a una taberna en un pueblicto francés donde esperan reunirse con el personaje de Krueger para recibir información sobre la masacre que planean. Como bien dice el personaje de Pitt: "Luchar en un sótano tiene muchas desventajas, la primera: luchas en un sótano" y es que sin el preciso montaje de Menke, la escena de la taberna podría haber sido un estropicio total, donde personajes y diálogos se confunden y el momento más importante pasa fugaz. No creo que la escena se alargue innecesariamente, pues cada intervención sirve para tensar más aún la situación, más bien diría qué hay diálogos inecesarios y podrián haberse resuelto de manera mucho más ligera y con más gancho. Y como he dicho antes, en ocasiones, diálogos y personajes se confunden, creando una sensación de interrogante en el espectador. Con todo, la escena se resuelve de forma convincente y ha pasado a los anales del cine.
Por último, y durante el desarrollo de la "Operación Kino" se lleva a cabo el climáx de esta historia:  "Los Bastardos" son descubiertos por Landa pero dos de ellos ya se han colado en el cine. Lo único que puede hacer el antagonista es dejar que el plan siga su rumbo y aprovecharse de este, por lo que lleva a Aldo y al soldado Utivich a negociar a un bar, en una escena donde la dirección de arte que maneja el film se hace evidente en el juego del vino y el teléfono: los objetos cambian su distribución en base a quién lleve las de ganar en la negociación.
Por otra parte, los personajes de Roth y Doom ya están preparados para actuar.


La otra historia se inicia en el primer capítulo, cuando aparece el personaje de Landa. El nombrado "Cazajudios" entabla un juego con el propietario de una humilde granja para averiguar si en ella se ocultan enemigos del estado. Bajo el suelo, una joven Shosanna se hace ovillo junto a su familia, ante el temor de que les descubran. Como es natural, Landa descubre el paradero de la familia que busca y tras una amable despedida ordena a sus hombres que disparen contra el suelo, matando a toda la familia excepto a Shosanna, que huye y en última instancia, Landa la perdona la vida.
Esta escena puede que sea la mejor de todas las rodadas por Quentin Tarantino: las sensaciones que emamanan de la visualización de un encuentro entre dos personajes tan diferentes (un humilde granjero y un sádico coronel de la SS) se proyectan en unos diálogos sumamente geniales, pasando de la cordialidad a la más pura y fría inexpresividad, pasando por un juego en el que Landa tira de su víctima para sonsacarla información. La iluminación, el juego de sombras, los rostros de los personajes enmarcados en lo que su conciencia les guia a hacer, el juego de la cámara para revelarnos la presencia de la familia judía y como se incrementa la música a medida que Landa finaliza su parloteo hacen  de esta una escena brillante, magistral, sin lugar a dudas la mejor de toda la carrera de nuestro hombre. Se respira la tensión, brilla la angustia y ruge una silenciosa desesperación ante nuestras atentas figuras de espectadores, que no podemos influir en el devenir de la historia.
Bueno, retomando la historia, Shosanna logra huir y esconderse en París, donde se hace propietaria de un cine al que un día llega un soldado alemán que intenta ligar torpemente con Shosanna. Este soldado es bastante conocido, pues desde un campanario abatió en pocos días una considerable cantidad de cadáveres. Sin embargo y a pesar de que no hace alarde de ello, la chica no se confía.
Entre ambos personajes (la irascible Shosanna que en ocasiones es un incordio en la pantalla y el torpe ligón encarnado por Brühl) surge una química de comedia romántica, en la que chico insta a chicas hasta cierto límite.
El cine de Shosanna es elegido por insistencia de Zoller para proyectar el film. Ella, ni corta ni perezosa, se prepara para quemarlo con todos los nazis dentro. El punto álgido de esta historia es otra escena brillante, donde la violencia es estéticamente perfecta y la música sigue a una imagen de manera tremendamente bella. Hablamos de la muerte de ambos personajes en un duelo armado entre ellos, donde cae primero Zoller, inerte, más por el daño sentimental que él físico. Ella se arrepiente y va a dar la vuelta a su cuerpo, para descubrir que no esta muerto y arremete contra ella usando su arma. El fin del cuento de amor. Un cuento de amor en el que a diferencia de otro, no hay un "y vivieron felices".
El final, como se desenvuelve la masacre cinéfila es una gran resolutiva: el hecho de un doble atentado incrementan las posibilidades de que salga mal y eso es otro punto de suspense. Bien rodada, la masacre alemana se lleva la palma en cuanto a la violencia Tarantiniana.

 Bajo mi humilde opinión, este film es toda una auténtica obra de arte y puede que la mejor película del realizador: contiene los diálogos ingeniosos y bien elaborados que presentaban "Reservoir Dogs" (1992) y "Pulp Fiction" (1994) aunque con ciertos tramos forzados o pesados, la belleza de la violencia y su estética de "Kill BilL" (2004) y porqué no, cierta paz de "Jackie Brown" (1997). Así, incluye nuevos elementos, como una narración fragmentada por flashbacks y una tensión magistral, del más puro Hitchcock. En cuanto al guión, destaca la labor linguistica de este, compuesto por cuatro idiomas diferentes.
Montaje y fotografía son soberbios, posiblemente de los mejores de la filmografía de Quentin junto a la ya mencionada "Kill Bill" (2004). La construcción de los personajes resulta igualmente buena, volviendo a destacar al Coronel Hans Landa, que acapara toda la atención del espectador.
No faltan los guiños cinéfilos, pero bueno, lo consideramos ya marca de la casa. La música se compone de orquestales piezas antes que de canciones populares. Destaca la obra de Morricone, con el que trabajaría un par de filmes después. Algunas de las piezas de "Inglourious Basterds" son sin embargo, rozaduras de lo exagerado y no compaginan bien con la obra.

 Es una película mejorable en muchos aspectos, por supuesto, pero no me digan ustedes que otro film de Quentin Tarantino emana tanto como esta obra de arte. La cinta de venganza bélica se alzó con cuarenta y cinco premios, gran parte recaidos en Christoph Waltz. A partir de aquí, la obra de Quentin sigió otro camino, y es que como pronuncia el Teniente Aldo Raine tras marcar al villano: "¿Sabes, Utivich? Creo que esta es mi obra maestra".


Pibón del Barroco

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