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viernes, 9 de agosto de 2019

Death Proof: Amor por la decadencia



Death Proof: Amor por la decadencia
El retorno de Quentin Tarantino con la brutal y vengativa odisea de Uma Thurman bajo cuero amarillo supuso un impacto mundial casi equiparable al de "Pulp Fiction" (1994): Quentin volvía y con más ganas que nunca. La película funcionó bien en taquilla a pesar de la división de la obra en dos partes. Ahora el mundo se preguntaba cuál seria su próxima obra maestra.
Bien, resulta que un día, Quentin se reunió con su amigo, el costoso director de cine barato, Robert Rodriguéz, para visionar algunas cintas de cine B o incluso Z: estos filmes de bajo presupuesto se programaban para visionarse en sesiones dobles en salas habilitadas para ellas denominadas "Grindhouse" y así conseguir un mínimo de ganancias. Aunque su popularidad bajó entre los años 70 y 80, algunos frikis como nuestros protagonistas de hoy  han preservado la memoria de este cine barato y desenfrenado. Así qué, debieron pensar "¿Qué demonios? ¡Hagamos una película doble!" y así nació el proyecto conocido como "Grindhouse":


Cada amigo se encargaría de rodar una película que luego se proyectarían en sesión doble en salas de todo el mundo (spoiler, no fué así) y entre ambas una serie de trailers falsos para promocionar películas que no existían. Sin embargo, algunas de estas como "Machete" si que se acabaron llevando al cine (2010). En sí, la película de Rodriguéz "Planet Terror" (la que se proyectaría antes) no es mala, más bien es todo un triburo al cine de serie Z albergando todo por lo que este se caracterizaba: chicas con armas, sexo, zombies, explosiones y una serie de disparates que van de la mano, pero todo llevado hasta la saciedad aún representándolo con mimo y aprecio. Con el film de nuestro hombre pasaría algo diferente, puesto intenta mantener la esencia del cine serie Z aún sin el disparate de imaginación que su amigo había plasmado, un grave error a tener en cuenta (si quieres hacer un film de serie Z, demuestra que es de serie Z) por lo que la película se queda a medio camino de decir lo que nos quiere hacer creer. Aún con ello, Death Proof no es tan aberrante como nos hacen creer.


Veamos, la quinta obra de Quentin nos narra la historia de un hombre que se hace llamar "Especialista Mike" y, como bien dice Quentin en un momento dado de la cinta, el Especialista Mike es, un especialista. Aunque no uno cualquiera: con su "muscle car" se dedica a asesinar a jóvenes incautas en las carreteras del sur de los EE.UU. 
Para el papel del psicópata se forjó una larga lista de nombres de los que Kurt Russell salió elegido. El veterano actor llevaba años haciendo sus mejores participaciones en documentales sobre John Carpenter. Puede que con él se repitiera el "efecto Travolta" y desde entonces se ha hecho una cara conocida para las nuevas generaciones, que le han visto en alguna produción de Marvel y varios dramas interesantes como "Bone Tomahawk" (2015). El resto del reparto es practicamente femenino, con las algo conocidas Rosario Dawson, Rose McGowan, Mary-Elizabeth Winstead y la habitual del director Zoë Bell. Junto a actrices menores, se forman dos grupos protagonistas que protagonizan dos narraciones diferentes en el mismo film, ambas marcadas por la presencia del asesino que encarna Russell.


Aunque ninguna de las dos historias del relato son excepcionales, cada una se distingue de la otra en aspectos positivos y negativos. La primera, narra las corridas juveniles de cuatro amigas con cierta popularidad en su ciudad que buscan éxitos amorosos para esa velada. Una de ellas, que trabaja en la radio, da unas pautas para conseguir un baile sexy de su amiga para esa misma noche. La oportunidad no la pasa por alto el personaje de Russell, conformando uno de los momentos más vergonzosos de la obra.
Este primer relato contiene muchos fallos a nivel actoral y de guión. Para empezar, los personajes de las tres figuras femeninas protagonistas desprenden un intento de sensualidad muy vago, sin ningún tio de erotismo más allá de sus piernas y sus culos (planos que parecen interesar mucho a Quentin en esta cinta) y su ligera vestimenta. No desprenden la sensualidad de Mia Wallace o incluso de la madura Pam Grier en "Jackie Brown". Sobretodo Vannesa Ferlito, que protagoniza el baile más vergonzoso de los rodados por Quentin (de hecho, no ha vuelto a rodar niguno) que se queda muy atrás del protagonizado por Madsen en "Reservoir Dogs" (1992) o del mítico rodado en "Pulp Fiction". Me gustaría saber que pensaba Kurt Russell cuando se vió obligado a poner sus manos en la cadera de Ferlito. Y para más inri, Quentin cortó el baile a la mitad para pasar a otra escena. Se nota que tampoco a él le convencía demasiado...
Los diálogos fluyen entre sus personajes pero no conectan con el público. Es difícil seguirle el hilo a una retahila de nombres y datos que nos lanzan a la cara y que no ubicamos en los primeros dos minutos de la cinta. Tal vez las líneas más entretenidas sean las protagonizadas por Eli Roth y Omar Domm, quiénes repitieron con Quentin en "Inglourious Basterds" (2009). Incluso el personaje de Quentin es simpático y sus participaciones se agradecen en un segmento en el que tres pares de piernas intentan acaparar la atención. Mucho mejor el personaje de Pam Grier, más cercano al espectador y primera vícitma del especialista. Esta mujer nos acerca al crimen del psicópata y nos retransmite cierta claustrofobia e impotencia.
Este segmento también tiene ciertos detalles interesantes, como la fotografía y la estampa "retro" apoyada por la lluvia, lo que nos deja algunos buenos planos. Sin embargo, a Quentin le dió por rallar los fotogramas para que diese esa impresión de película rodada en baja calidad. Es un elemento incómodo para el visionado y que no aporta absolutamente nada, salvo demostrar la obsesión del director por la serie Z (tal vez sea el detalle más claro y grande de serie Z de la obra). 
Con todo y sin algunas actuaciones, menos pornografía y una imagen más clara, podría haber surgido de este segmento una pequeña obra de arte.

Ahora y antes de la segunda historia tenemos un pequeño interludio que no aporta demasiado, más sino un guiño a la obra de Rodriguéz, pues aparecen los personajes de Michael Parks y Marley Shelton en un breve diálogo donde se debaten los daños y las consecuencias del accidente en el que el Especialista Mike ha asesinado a las chicas del bar. Este segmento no pasa de una mera anécdota graciosa.

En la siguiente historia, otro grupo de chicas son perseguidas por el Especialista Mike, pero con resultados muy diferentes... 
Para empezar, la historia se sitúa 14 meses después. Especialista Mike persigue a un trío de amigas que se detienen en un área de servicio. Resulta curioso que se aluda a "Kill Bill" (2004) en varias ocasiones durante el segmento: el sonido de un móvil es la mélodica canción silbada por Elle Driver, el coche cuenta con los colores del traje de Thurman, y de hecho se cuenta una anécdota en la que participa una doble de Daryl Hannah. Unos simpáticos easter eggs. Aunque en esta parte la sensualidad y el erotismo resulta igualmente presente, es mucho más sutíl, acaparando la mayor parte de este el personaje de Mary-Elizabeth Winstead. Los diálogos así mismo dejan de ser mundanos y verborreantes y se vuelven más interesantes y con el peso "Pop" señal de Tarantino. Aún así, en determinados momentos resultan difíciles de seguir.
Sin embargo, no cuenta con la belleza de las imágenes de la historia anterior y los planos y tomas son más sencillos hasta la persecución final. De hecho, la persecución final puede ser la mejor y más complicada escena que Quentin rodó en esta película. Los cortes y el montaje son de igual forma excelentes, la más pura marca de Sally Menke que acerca bastante su trabajo a la escena de los 88 maniácos de "Kill Bill" (2004).
En cuanto a la BSO, no es de las mejores de la filmografía de nuestro hombre. Sintonías simples y repetitivas se mezclan con canciones de ritmo ágil como "Chick Habit" o baladas lentras al estilo "Down in México".

Aunque pueda parecer un filme más mundado y sencillo, la obra esconde amor por lo decandente: el filme presenta a un personaje que, frente a la decadencia de su vida, busca nuevas metas. Cuando los de su alrededor niegan haber visto alguna de sus participaciones en filmes poco conocidos, Especialista Mike es consciente de que aquellos tiempos pasaron y el es la sombra de ellos. Al igual, su estampa "amacarrada" y el estilo de los vehículos y las localizaciones también son una sombra de un pasado glorioso para Quentin, el pasado de un cine "de verdad". Es ahí donde se localiza la esencia de la serie Z en esta película (a pesar de quedarse, como he dicho, a medio camino de ser una película de serie Z). Con esta película, Tarantino homenajea a los especialistas de cine, al pasado de la cinematografía, a los efectos especiales que jugaban con la vida de sus partícipes. Puede que este sea su vago homenaje al cine hasta el estreno de su nueva obra, en seis días.
De igual manera, también hay ocultos los simbolismos de una América profunda y anticuada, como la venta ilegal, el sexo desenfrenado, las violaciones y el alcohol
Con todo, Death Proof podría haber sido una obra muchísimo mejor, incluso de sus mejores filmes, pero la obsesión por el homenaje, las vagas actuaciones, los diálogos estúpidos y ese molesto segmento que se ve destrozado hacen de Death Proof una película menor, aún con una marca "Tarantiniana" muy presente. Es un film que ama lo decadente, y por ende, así mismo es la película: decadente.


Pibón del Barroco

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