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miércoles, 10 de junio de 2020

SPOILERS Crítica MdT "El Tiempo vuela" (4x06)


Hace un par de años se lanzó el segundo cómic de la serie: "Mi Tiempo se agota", en el que asistíamos a una de las primeras misiones de Lola Mendieta: salvar la vida de Emilio Herrera, el genio granadino que inventó una escafranda en la que se basarían los ingenieros de la NASA para preparar los trajes del primer vuelo a la Luna (1969). Si bien el cómic y el capítulo que hoy nos toca guardan diferencias, mantiene el mensaje fundamental: dar a conocer a Emilio Herrera, uno de los tantos genios olvidados de este país. Y el capítulo que ayer se emitió (que contiene una jugosa y divertida referencia al cómic) resulta de tal sensibilidad y belleza que ya se ha posicionado como uno de los mejores de la temporada.


El capítulo vuelve a traernos el mejor Ministerio: no hace falta misión al uso, ni tampoco las coletillas cómicas, ni mucho menos a la plantilla habitual: Pacino, Julián y Lola no están, pero sí Alonso, aunque sus intervenciones son las justas para que no le demos por desaparecido también. Más que un error es un completo acierto, pues trasladan el epicentro del episodio al jefazo de la serie: Salvador Martí se enfrenta en este episodio a su pasado, que una vez fue su futuro. Con este episodio, Jaime Blanch debió de pasarserlo en grande, y nosotros también. Ya era hora de verle fuera de su despacho algún día, y lo hace acompañado de uno de los temas más desconocidos en este país: nuestra exquisita tradición científica.


La premisa del episodio es sencilla: Einstein aparece asesinado en un hotel de Madrid, y Emilio Herrera es acusado del asesinato. Angustias le muestra en privado la noticia a Salvador, quién decide arreglar el asunto por sí solo. Así nos metemos en una espiral de acontecimientos que relatan, de forma cuasi paralela, la vida del subsecretario con la del científico español, al que, a propósito, salva de ser culpado del crímen. Sin embargo, como he adelantado, eso es solo el principio de la espiral, pues al volver al presente, Salvador observa atónito el fallecimiento del primer hombre que pisó la Luna, que para más inri no fue americano, si no ruso, país al que Emilio Herrera cedió su escafranda para iniciar el proyecto de alunizaje.


Así que nuestro jefe se pone en marcha de nuevo para evitar el que para él resulta más un robo que un regalo. Al visitar el Aeródromo de Cuatro Vientos de Madrid, Salvador puede advertir a dos eslavos junto a un avión, y convence a Herrera de esconder la escafranda pero, para sorpresa de ambos, está siendo robada por su ayudante de laboratorio. Tras un improvisado secuestro, se llevan a nuestros protagonistas a un lejano bosque para ser asesinados, pero Irene y Alonso llegan a tiempo para evitarlo. A propósito, mientras Salvador está fuera un asesor de presidencia llega al Ministerio para supervisar las cuentas y los gastos, y tiene sus roces con la plantilla habitual, entre ellos Velázquez. Con todo, al salvar a nuestros protagonistas, los agentes vuelven con Salvador al presente, y comienzan a despejarse las dudas...


Aunque nosotros veníamos vaticinandolo desde el principio del capítulo, Salvador revela que tal día como hoy (diez de marzo en la serie) se hacían cuarenta años de su primera misión en el Ministerio que, de forma burlesca, consistía en un tráfico ilegal de papeles intertemporal. Sin embargo, esa misión a 1889 también provocó que lograse salvar la vida de un niño al que una maceta iba a, literalmente, reventarle. De vuelta a su presente (1980) le asaltan las dudas, así que, ayudado por su compañera de trabajo, Sofía, investigan sobre aquel niño: nada más y nada menos que el mismo Emilio Herrera. Y de aquella investigación, surgió el amor. Ambos se casaron y, como explica luego Salvador, acudieron de incógnito a los momentos más importantes de la vida de Herrera, sin que le vieran, claro. Y por eso mismo Salvador tenía la imperiosa necesidad de acudir a las misiones en las que se viera involucrado. Otro ejemplo magnífico de como esta serie es capaz de reinventarse: una unión a través de los tiempos: a uno le salvaron la vida, al otro le permitieron conocer el amor. Cada uno agradecido con el otro. A propósito, el capítulo se inicia con una escena dolorosamente bella, en un homenaje a "UP" dónde se ve a la pareja paseando a lo largo de los años por el mismo parque, emocionados ante los niños que corretean a su alrededor, porque nunca tuvieron uno. Como bien dijo Salvador: "Emilio Herrera fue el hijo que nunca tuvimos".


El capítulo es entonces un melodrama fantástico, en el que combina flashbacks con la narración presente de manera extraordinaria. Combinar una historia tan fascinante como la del Sr. Herrera con la vida, hasta ahora desconocida, del subsecretario Martí ha dado pie a un resultado maravilloso, emotivo e interesante, que finaliza con un encuentro entre ese ángel de la guarda y aquel genio olvidado. Como siempre, la serie no da puntada sin hilo, y aparece en escena una roca lunar que cedió Neil Armstrong al Museo del Aire de Madrid en homenaje a la labor de Herrera, pero que fue robada en 2004, y esta vez, por nuestros agentes, que se la llevaron al ingeniero al París de 1947, ofreciéndonos otro maravilloso encuentro entre funcionarios y personajes, como ya va sucediendo varias veces esta temporada.


Además, el capítulo no se aleja del hilo de la temporada, pues al final da cierto giro de guión con la aparición de un intruso en el Ministerio, que ya veremos que nos depara. De momento, a esperar a la semana que viene, que ya será el penúltimo episodio y tiene parecer de echarnos algunas risas con él (tal vez lo único que hecho en falta en esta temporada). Ah, y para la gente que se queja de lo poco que apareció Einstein: era solo un McGuffin ;).

Atte: Pibón del Barroco

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