Y poco a poco nos llegan nuevos capítulos de esta maravillosa serie. Hoy, nos toca analizar el segundo episodio de la temporada cuatro: "El laberinto del timpo", guiño a la película de Almodóvar "Laberinto de pasiones" que es uno de los ejes de la trama de este episodio en el que, una mujer maltratada por su marido llega hasta 1648, dónde enamora a Felipe IV, lo que impediría que se casase con Mariana de Austria, dejando secuelas irreversibles en la historia de España y del arte (prueba de ello es que Velázquez no pintaría "Las Meninas", como bien nos recuerda en el episodio).
El capítulo, a simple vista, simple, da una vuelta de tuerca cuando, en la investigación para seguir los pasos de esta viajera en el tiempo (Carolina, interpretada por Manuela Vellés) se topan con Almodóvar, quién a contratado a un amigo de la infancia de Pacino para interpretar el papel que Antonio Banderas interpretaría en su película "Laberinto de pasiones" (de ahí el guiño que cito anteriormente). Así, lo que parecía una misión de rescate y vuelta a su época, se convierte en una doble misión paralela para evitar que dos de las grandes obras de arte de nuestro país desaparezcan. ¡A ver quién hubiera ido a los Óscars este año si no hubiera sido Banderas! Así, los agentes se ponen manos a la obra en un episodio muy simpático pero que no olvida el lado duro de las buenas cosas.
Con una nostalgia plasmada brillantemente, el episodio nos recrea la trama de Almodóvar inmensa en "La movida madrileña", uno de los movimientos artístios y culturales claves en nuestra historia. La recreación de los lugares y los trajes es sublime, sin caer en la parodia o la burla en ningún momento, como sucede con el personaje del director manchego, interpretado sublimemente por Carlos Santos. También se presenta el concurso "Un, dos, tres... Responda otra vez" tan recordado y mitificado, como el punto de partida del personaje de Carolina que, al ganar un apartamento en Torrevieja, halla allí la puerta del tiempo para escapar de su marido maltratador, en una subtrama que muestra otro de los episodios duros de aquellos años y que repercute hasta hoy: el maltrato doméstico. De igual forma se presenta la lucha de un personaje contra el sida, como consecuencia directa del ambiente festivo y desenfadado que supuso "la movida", sin dejar de lado la fuerza y la vitalidad para luchar contra la enfermedad que marcó muchísimo en aquellos años. Una trama perfecta, que acaba con una versión de "Life on Mars" de David Bowie bajo las lágrimas de Hugo Silva que otorga un broche de oro a este episodio.
No menos buena es la trama en la corte de Felipe IV, pero si más divertida, con la versión del famoso concurso en los salones del palacio, y en vez de pesetas o apartamentos, ducados y gallinas. Toda una genialidad que solo esta serie podría permitirse. Además, Edu Soto compone de manera brillante al monarca que fue apodado "el Rey Planeta", y que ya se suma a la lista de reyes que han aparecido en la serie. A todo esto, aparece Velázquez en otra de sus genuinas y brillantes apariciones, sobre todo cuando se encara con el jefazo que es Jaime Blanch (Pues pintará Las-Mo-no-nas). Por supuesto, la recreación de palacio es sublime, y no faltan los enanos y las obras de nuestro querido Lope de Vega.
Tal vez lo único malo de este episodio es la resolución de la trama anterior, la llevada a cabo en la corte de Felipe IV. Tras un breve discursillo de Alonso basado en las telenovelas de la uno, Carolina acepta liberarles. Y ya está. Fin de la trama. Ni aparece Felipe IV para detenerles ni nada, ni se paran ni absolutamente nada. Cojen, abren la celda y se van. Y tan tranquilos. A mi parecer, una resolución francamente burda, pero bueno, nada puede ser perfecto. De igual forma, Velázquez parece que va a tener más peso en el capítulo pero desde la escena en la que dice "Os acompaño" hasta el final solo aparece una vez, y es para cerrar las puertas del ascensor a un bebé (detalle genial pero que no compensa ese fallo de guión). Por último, felicitar la brillantez con la que Nacho Fresneda conduce a su personaje, transformado de rudo soldado de los tercios en un padre cariñoso, pero sin caer en el descrédito de su personaje.
Con todo, un episodio muy bueno hasta la resolución de la trama principal. No obstante, el final quedará marcado como uno de los mejores de "El Ministerio del Tiempo".
Atte: Pibón del Barroco
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