Antes de desarrollar la crítica o análisis de este episodio, he de decir que, hace un par de años yo ya ideé una cuarte temporada de la serie, por supuesto, en mi intimidad y como hobbie, sin ningún tipo de relación con cualquier persona de la serie. El hecho de hacerlo fue meramente aburrimiento y mi creencia de que jamás habría cuarta temporada, por lo que me dí rienda suelta para tratar otros temas más complicados y llevar la serie hasta dónde yo quería. Lo curioso es que, entre los capítulos que escribí, había uno titulado precisamente "La memoria del Tiempo", pero que trataba sobre Dalí y su cuadro de nombre similar. También elaboré otro sobre el transporte de cuadros del Museo del Prado a Valencia durante la Guerra Civil. Muchas coincidencias que se quedan en, simplemente eso, meras y simpáticas coincidencias para mí. Ahora, en este nuevo capítulo de la temporada cuatro, nuestros protagonistas tendrán misión doble: descubrir quién y porqué ha robado varios cuadros del Museo del Prado (entre ellos "Las Meninas") durante su transporte hacía Valencia, y, averiguar porqué Picasso ha dejado de pintar el Guernia. Tela, telita, tela...
Para empezar, el capítulo ha gozado de una enorme promoción al subirse el pasado viernes el clip inicial del episodio, en el que aparecía Velázquez bailando en el ya citado museo al ritmo de la canción de trap humorístico "Velaske yo soi guapa?" muestra de nuevo de la genialidad de la serie: historia no solo son los generales, las batallas, las revoluciones, las mujeres o el arte. También el humor y los fenómenos de masas, tales como esta pieza musical que acumula desde diciembre de 2017 más de 10 millones de visitas en YouTube. En fin, retomando la trama, a la par que Velázquez nos hipnotiza en el Prado (me imagino que rodar allí sería una pasada, y aquí me surge la pregunta: ¿los guardas que aparecen en la escena son de verdad o figurantes?) en 1937 y en el mismo lugar, una figura encapuchada fotografía "Las Meninas". Al darse la vuelta reconocemos al villano más clásico de la serie: Alberto Díaz Bueno, el comendador. Suenan aplausos por parte de los televidentes: recuperar a ese personaje, inmortalizado por Francesc Orella, es sin duda uno de los puntos fuertes de la temporada que espero mantengan hasta el final.
La misión que concierne entonces a la patrulla (ahora Julián incluido, pero no Alonso, detalle que cuidarán en el próximo capítulo) es viajar a 1937 y descubrir quién ha robado la obra maestra de Velázquez. Por desgracia, en ese instante, un agente del Ministerio en el París de 1937 escribe avisando de que Picasso no está pintando el Guernica, cuadro que ya trajo de cabeza a los agentes en uno de sus primeros capítulos, como bien recuerda Julián. Así que el capítulo atiende a una doble misión: por un lado, Julián y Lola, conocedores de la Guerra Civil, viajaran al Museo del Prado para descubrir al ladrón de arte, mientras que Pacino, Irene y Velázquez deberán ir a visitar a Picasso (bien interpretado por Tony Zenet), lo que se traduce como un episodio de desarrollo simple, en el que no hay tanta cabida para momentos dramáticos ni sorpresas (la mayor hasta el final es la aparición del futuro amante de Lola, Carlos, al que, como recordamos, asesinó en 1943 por traicionar a Julián en un atentado contra Franco) pero si con numerosos tintes cómicos, la mayoría sobre los hombros de Velázquez, que se lleva la palma del mejor personaje del capítulo. Tal vez lo mejor de este capítulo es la habilidad de la serie para narrar un hecho completamente diferente con un elemento tocado de anterioridad, como es el Guernica.
Sin embargo, si que hay que culpar al capítulo de momentos algo más pesados, como el encuentro de Irene con Campoamor. No me malinterprenten, esta bien, pero no hilaba bien con el argumento central del capítulo, mientras que para la Srta. Campoamor un capítulo aparte hubiese estado fabuloso. Es ya buscar intentar menter lo feminista aunque no pegue ni con cola. En este capítulo hubiese ganado muchísimo más la trama amorosa entre Irene y Baker, algo mucho más sorpresivo.
Continuando con la trama, esta alcanza el climáx cuando se descubre que el personaje de Orella es el villano principal, para sorpresa de todos los que le conocieron anteriormente. Además, el momento cumbre es el rapto de Lola por él, que la lleva a punta de pistola a su particular máquina del tiempo: el Anacronópete, una máquina que inventó el escritor español Enrique Gaspar i Rimbau años antes que la máquina del tiempo que ideó H. G. Well(e)s, lo que añade un plus genial a la idea de que pueden existir más formas de viajar en el tiempo en la serie que las puertas. Y aquí me gustaría alabar a los especialistas de VFX y edición, recreando de manera soberbia y magistral la máquina. Nunca me imaginé que en La 1 pudiese ver efectos especiales de este calibre. Mis mayores elogios en este episodio van para ellos.
El episodio es pues sencillo, pero que deja la puerta abierta y a lo grande para la semana que viene, en la que parece, volverán a esta semana para evitar el rapto de Lola. Todo un juego metáfisico con el que he soñado alguna vez y que, si lo hacen bien, podría traducirse como uno de los grandes episodios de la serie, sin necesidad de viajar a otra época o realizar otra misión: unicamente marcarse un "Regreso al Futuro 2". Por supuesto, espero que la trama de Díaz Bueno y el Anacronópete no cesen ahí, y aunque hagan paron en episodios siguientes, retome como el gran final de la temporada.
Atte: Pibón del Barroco