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miércoles, 27 de mayo de 2020

SPOILERS Crítica MdT "La memoria del Tiempo" (4x04)


Antes de desarrollar la crítica o análisis de este episodio, he de decir que, hace un par de años yo ya ideé una cuarte temporada de la serie, por supuesto, en mi intimidad y como hobbie, sin ningún tipo de relación con cualquier persona de la serie. El hecho de hacerlo fue meramente aburrimiento y mi creencia de que jamás habría cuarta temporada, por lo que me dí rienda suelta para tratar otros temas más complicados y llevar la serie hasta dónde yo quería. Lo curioso es que, entre los capítulos que escribí, había uno titulado precisamente "La memoria del Tiempo", pero que trataba sobre Dalí y su cuadro de nombre similar. También elaboré otro sobre el transporte de cuadros del Museo del Prado a Valencia durante la Guerra Civil. Muchas coincidencias que se quedan en, simplemente eso, meras y simpáticas coincidencias para mí. Ahora, en este nuevo capítulo de la temporada cuatro, nuestros protagonistas tendrán misión doble: descubrir quién y porqué ha robado varios cuadros del Museo del Prado (entre ellos "Las Meninas") durante su transporte hacía Valencia, y, averiguar porqué Picasso ha dejado de pintar el Guernia. Tela, telita, tela...


Para empezar, el capítulo ha gozado de una enorme promoción al subirse el pasado viernes el clip inicial del episodio, en el que aparecía Velázquez bailando en el ya citado museo al ritmo de la canción de trap humorístico "Velaske yo soi guapa?" muestra de nuevo de la genialidad de la serie: historia no solo son los generales, las batallas, las revoluciones, las mujeres o el arte. También el humor y los fenómenos de masas, tales como esta pieza musical que acumula desde diciembre de 2017 más de 10 millones de visitas en YouTube. En fin, retomando la trama, a la par que Velázquez nos hipnotiza en el Prado (me imagino que rodar allí sería una pasada, y aquí me surge la pregunta: ¿los guardas que aparecen en la escena son de verdad o figurantes?) en 1937 y en el mismo lugar, una figura encapuchada fotografía "Las Meninas". Al darse la vuelta reconocemos al villano más clásico de la serie: Alberto Díaz Bueno, el comendador. Suenan aplausos por parte de los televidentes: recuperar a ese personaje, inmortalizado por Francesc Orella, es sin duda uno de los puntos fuertes de la temporada que espero mantengan hasta el final.


La misión que concierne entonces a la patrulla (ahora Julián incluido, pero no Alonso, detalle que cuidarán en el próximo capítulo) es viajar a 1937 y descubrir quién ha robado la obra maestra de Velázquez. Por desgracia, en ese instante, un agente del Ministerio en el París de 1937 escribe avisando de que Picasso no está pintando el Guernica, cuadro que ya trajo de cabeza a los agentes en uno de sus primeros capítulos, como bien recuerda Julián. Así que el capítulo atiende a una doble misión: por un lado, Julián y Lola, conocedores de la Guerra Civil, viajaran al Museo del Prado para descubrir al ladrón de arte, mientras que Pacino, Irene y Velázquez deberán ir a visitar a Picasso (bien interpretado por Tony Zenet), lo que se traduce como un episodio de desarrollo simple, en el que no hay tanta cabida para momentos dramáticos ni sorpresas (la mayor hasta el final es la aparición del futuro amante de Lola, Carlos, al que, como recordamos, asesinó en 1943 por traicionar a Julián en un atentado contra Franco) pero si con numerosos tintes cómicos, la mayoría sobre los hombros de Velázquez, que se lleva la palma del mejor personaje del capítulo. Tal vez lo mejor de este capítulo es la habilidad de la serie para narrar un hecho completamente diferente con un elemento tocado de anterioridad, como es el Guernica.


Sin embargo, si que hay que culpar al capítulo de momentos algo más pesados, como el encuentro de Irene con Campoamor. No me malinterprenten, esta bien, pero no hilaba bien con el argumento central del capítulo, mientras que para la Srta. Campoamor un capítulo aparte hubiese estado fabuloso. Es ya buscar intentar menter lo feminista aunque no pegue ni con cola. En este capítulo hubiese ganado muchísimo más la trama amorosa entre Irene y Baker, algo mucho más sorpresivo. 


Continuando con la trama, esta alcanza el climáx cuando se descubre que el personaje de Orella es el villano principal, para sorpresa de todos los que le conocieron anteriormente. Además, el momento cumbre es el rapto de Lola por él, que la lleva a punta de pistola a su particular máquina del tiempo: el Anacronópete, una máquina que inventó el escritor español Enrique Gaspar i Rimbau años antes que la máquina del tiempo que ideó H. G. Well(e)s, lo que añade un plus genial a la idea de que pueden existir más formas de viajar en el tiempo en la serie que las puertas. Y aquí me gustaría alabar a los especialistas de VFX y edición, recreando de manera soberbia y magistral la máquina. Nunca me imaginé que en La 1 pudiese ver efectos especiales de este calibre. Mis mayores elogios en este episodio van para ellos.


El episodio es pues sencillo, pero que deja la puerta abierta y a lo grande para la semana que viene, en la que parece, volverán a esta semana para evitar el rapto de Lola. Todo un juego metáfisico con el que he soñado alguna vez y que, si lo hacen bien, podría traducirse como uno de los grandes episodios de la serie, sin necesidad de viajar a otra época o realizar otra misión: unicamente marcarse un "Regreso al Futuro 2". Por supuesto, espero que la trama de Díaz Bueno y el Anacronópete no cesen ahí, y aunque hagan paron en episodios siguientes, retome como el gran final de la temporada.

Atte: Pibón del Barroco

domingo, 24 de mayo de 2020

Mis actores preferidos

¿Que sería cualquier obra de ficción sin actores? Absolutamente nada. Desde la modelo que posa para un cuadro hasta el anciano que ofrece su mejor actuación tras toda una vida de películas, podemos identificar cualquier cosa en el arte como una actuación. Por ello, la actuación es un terreno difícil: hacerse un nombre entre todos y todos los que buscan sobresalir es algo casi imposible, y más aún, no caer en el olvido tras la muerte, como a muchos intérpretes les ha sucedido. Tampoco ser recordado por malas actuaciones, o sobreactuaciones o papeles de imbécil es notable, y para eso, casi mejor caer en el ya mencionado olvido. Por suerte, con los medios que disponemos a día de hoy podemos recordar y reviosionar cualquier actuación de la que haya registro, ya fuera en el teatro isabelino del siglo XVI o en una superproducción del Hollywood Dorado. Sea como fuere, a día de hoy cualquiera conoce uno o más actores que tiene como icónos, junto a deportistas, políticos, cantantes o demás profesiones reconocidas, pero, para un cinéfil empedernido como yo, hacer un top de mis actores preferidos es casi imposible (ya no digamos de los mejores de la historia) por lo que hoy, traigo una breve reseña de algunos actores y actrices que me han marcado y que puedo decir, orgullosamente, que están entre mis preferidos. Por supuesto, contemplo a la persona como tal, con todas sus actuaciones y su gama de registros, por lo que ya otro día elaboraré un top de mis actuaciones preferidas. Con todo, vayamos allá:


Para empezar, me gustaría recordar o citar a grandes actores que, por desgracia, ha perdido el cine. No me refiero a los retirados, si no a aquellos que ya han fallecido. Son entonces muchos más que los que siguen vivos, o por lo menos se recuerdan mejor o se les considera de mayor talento. No voy a mojarme mucho con eso porque vereís por aquí actores más carismáticos que talentosos, pero con todo, hay que ser justo, y recordar en estas líneas primero a los grandes actores que nos dejaron y que desbordaban talento a raudales. Empezaré primero con uno nacional: el señor Jose Luis López Vázquez, ícono del cine en blanco y negro español pero que también gozó de una favorable carrera en color. Su histronismo cómico y sus portentosas dotes para el drama, como bien demuestra en "La Cabina". Es también justo mencionar a Alfredo Landa, Manuel Alexandre, Sancho Gracia, Fernando Guillén (magistrales estos dos últimos en "La huella del Crimen") o la grandes Terele Pávez y Chus Lampreave. Si nos internacionalizamos, me gustaría destacar a actores del cine clásico, tales como Kirk Douglas, Jack Lemmon, Martin Balsam, el genial Cary Grant y el majestuoso James Stewart (Alan Rickman, más moderno), pero hay dos actores que me resultan sencillamente asombrosos: el Sr. Alec Guiness, el famoso Obi Wan mayor, pero también partícipe de la desternillante comedia "The ladykillers" y la gran ópera de aventuras "Lawrence de Arabia", y el que es ya uno de mis actores preferidos, el considerado mejor actor de la historia: John Cazale. Soberbio en "Dog Day Afternoon", "The Deer Hunter", "The conversation" y porque no decirlo, impresionante en El Padrino, tanto en la primera como en la segunda, dónde realiza una interpretación espléndida y unas escenas imborrables junto a su amigo Al Pacino (que por suerte, sigue con nosotros).

Antes de hablar de mis actores preferidos actuales en general, quiero hacer un inciso respecto al arte de actuar: la comedia. La comedia, el arte de hacer reír (que no reir) es sumamente complejo, y el que lo domina puede registrar cualquier otro registro actoral. Así, me gustaría recalcar a una serie de actores que si bien han sido recordados por una faceta cómica, también por facetas dramáticas. Prueba de ello son Roberto Benigni (Que en mi amada "La vida es bella" demuestra que es capaz de personificar ambos lados de la actuación, la comedia y el drama), Bill Murray, Jeff Bridges, Jonah Hill, Ryan Gosling, Mike Myers, Jim Carrey (en "Man on the Moon" hace una de mis actuaciones favoritas), etcétera, pero si hay uno que, en mi opinión, ha logrado un balance cuasi perfecto de la comedia y el drama, fue Robin Williams. Inolvidable en cualquier papel, magistral comediante, excelente actor dramático, fue todo un genio, que, por desgracia, tuvo un triste final. Pero la historia no le va a olvidar y le recordará con ternura y una sonrisa.
También es justicia mencionar aquí a los Monty Phyton, aún con pocas actuaciones dramáticas y más obsesionados por la escritura que la actuación, uno no puede parar de reirse con cada uno de sus delirantes sketches o películas, y además, como su propósito que fue, en muchas ocasiones, te hacen pensar. Unos de los mayores genios de la historia (me gusta decir que los Monty Phyton fueron a la comedia como lo que fueron Los Beatles a la música).

Ahora sí: mis actores (de otros géneros y vivos) preferidos. Tal vez no sean del gusto de todos y como he adelantado, en muchas ocasiones mis preferencias se guían más por las propias personas que sus dotes actorales. De todas formas, aquí cito a algunos: Leonardo Di Caprio, Mary Elizabeth Winstead, Julianne Moore, Jason Schwartzman, Frances McDorman, Scarlett Johanson, Heather Graham, Robert De Niro, Clint Eastwood, Joe Pesci, Harvey Keitel, Samuel L. Jackson, el asombroso Cristoph Waltz, la increíble Margot Robbie, Kenneth Branagh, etcétera. Españoles también, como Antonio de la Torre o Pere Ponce. Pero si tengo que escoger a tres actores, tres, de todos los actores que pienso (y otros muchos que no he caído en ellos, claro está), no lo dudo: Ewan McGregor, con interpretaciones sobresalientes (Trainspotting, Fargo III, buena revisión del Sr. Guinnes en las precuelas de Star Wars...), el carismático Pitt, Brad Pitt, que es de lejos ya uno de los mejores actores de la historia (cualquiera de sus interpretaciones es brutal) y sobretodo, la leyenda viviente, el indomable Al Pacino. Aunque en las últimas décadas haya regalado interpretaciones en películas reguleras, no deja de ser una leyenda que ha construído algunos de los personajes más increíbles de la historia del cine, y confío, siga haciéndolo.

Y así quedaría la cosa, ¿y vosotros? ¿Cuáles son vuestros actores preferidos?



 
Atte: Pibón del Barroco

miércoles, 20 de mayo de 2020

SPOILERS Crítica MdT "Bloody Mary Hour" (4x03)


Cuando ví este capítulo, lo que más me llamó la atención fue el hecho de que no incluyera en el título la palabra "tiempo", pero que no os detenga: eso solo es una minucia sin maldad en el que puede ser uno de los grandes episodios de la serie. Una odisea de sesenta minutos tan emotiva como emocionante, que recupera el aire clásico de la serie sin olvidar las innovaciones y mejoras visuales de esta y la anterior temporada. Una absoluta delicia. Vayamos pues a echarle un breve repaso:


La misión de este capítulo, por ende, la trama principal, nos sitúa más allá de nuestro país: la futura reina Isabel I (de la que tantas cosas se han escrito, hablado y rodado sobre ella) ha sido asesinada, algo que no sería un inconveniente si no fuese por el hecho de que cambia completamente la historia mundial: aunque en el capítulo, por falta de tiempo solo se aventuran a jugar con una imagen de un periódico en el que el Papa está dando misa en Londres y un par de referencias culturales, si nos paramos a pensar, la historia entera se reescribiría: no habría guerra con España, y personajes como Shakespeare o Francis Drake se perderían en el olvido, por no hablar de eventos como la ejecución de María Estuardo o la Conspiración de la pólvora... En fin, todo un problema que ya se aventura a resolver la mejor patrulla de la serie: Alonso, Pacino e Irene. En esta misión claro está, no faltaran personajes españoles que vuelven a tratar el tema del honor, la lealtad y la patria, con matices y puntos de vista, así como otros temas secundarios como la escusa de la locura para evitar que las mujeres reinen o los conflictos religiosos. Además, la historia es completada con cierto humor que esconde un sufrimiento y una pena infinita por parte del personaje de María Tudor, la reina "sangrienta"; pero también fea y vieja que nadie quería, todo enmarcado en un papel que borda a la perfección Rachel Lascar. La ambientación es espléndida, y las imágenes nos brindan unos parajes y unas sensaciones magistrales (ese ambiente lluvioso, esos fríos palacios y sus antorchas, etcétera).


Pero si ya la trama histórica es brillante, la trama personal que arrastraba la serie desde la temporada dos del conflicto amoroso no resuelto entre Julián y Amelia ya es sublime: el regreso de Aura Garrido y el trabajo que mantiene Rodolfo Sancho en su añorado personaje se fusionan para darnos unas escenas absolutamente magistrales. Todo un ejercicio de interpretación y guión a la altura del más alto Hollywood. Un tándem de reencuentro breve pero muy intenso, que, finaliza, como venía ocurriendo, con una puerta abierta. Quisiera entonces ahondar más en esto porque se me hizo el corazón un puño: tras despertarse del coma inducido, atormentado por sueños con Lorca, Julián (o Eulogio) grita "¡AMELIA!", así que a Salvador (y a la buena de Angustias) no le queda otra que pedirla ayuda para traer de regreso (no solo al personaje de Aura) a Julián a su presente. Para ello, Amelia no dudará en hacerle excarvar en sus recuerdos más dolorosos, como algunas de sus misiones o su difunta mujer, Maite, y por supuesto, para el final, recuperar la tensión amorosa (que no sexual) entre ambos, con dos fantásticos besos imaginados pero muy deseados por ambos. Y por supuesto, la puerta a Aura parece que se mantiene abierta...


Tras la misión principal, finalizada con amargas despedidas, entre ellas las de dos reinos destinados a enemistarse (aunque tanto Felipe II como María Tudor se esforzasen en lo contrario), parece que Julián, recuperado (aunque desconocemos hasta que punto), retoma su puesto de patrullero temporal. Una de las cosas que más me ha gustado de este capítulo es sobretodo la ausencia de los personajes de Lola Mendieta y Carolina, porque así el capítulo recupera y logra todo el aire clásico (clásico es decir, primera y segunda temporada) de la serie, y se concreta mucho más en lo que de verdad nos interesa. Aún así, me quedo con ganas de saber como proseguirá la historia del personaje de Vellés.


Y el broche de oro final para acabar el capítulo viene de Julián y su querido Federico: en un alarde por cerrar las heridas del pasado y agradecer todo cuanto puede al poeta granadino, Julián se lo lleva a 1979 a ver a Camarón cantar uno de sus poemas. Una escena de ternura infinita que, muy merecidamente, ya ocupa mi ranking de las mejores escenas de la serie, junto a la disputa Lope-Cervantes y a la muerte de Felipe II. Y esa frase... Esa frase de Lorca diciendo... "Entonces... He ganado yo y no ellos" es absolutamente magistral. A pesar de ser ciertamente contrario a algunas de las ideas de la serie, si algo como eso me hace pensar, ya tiene mi más absoluto respeto. Aunque la frase tal vez, se refiera más a la victoria de la cultura y el saber sobre la ignorancia que al propio fascismo y Lorca.... No sé, tal vez algún día podamos debatirla. Yo con ella finalizo ya este artículo sobre el que es, definitivamente, uno de mis capítulos favoritos.

Atte: Pibón del Barroco.

miércoles, 13 de mayo de 2020

SPOILERS Crítica MdT "El laberinto del tiempo" (4x02)



Y poco a poco nos llegan nuevos capítulos de esta maravillosa serie. Hoy, nos toca analizar el segundo episodio de la temporada cuatro: "El laberinto del timpo", guiño a la película de Almodóvar "Laberinto de pasiones" que es uno de los ejes de la trama de este episodio en el que, una mujer maltratada por su marido llega hasta 1648, dónde enamora a Felipe IV, lo que impediría que se casase con Mariana de Austria, dejando secuelas irreversibles en la historia de España y del arte (prueba de ello es que Velázquez no pintaría "Las Meninas", como bien nos recuerda en el episodio).


El capítulo, a simple vista, simple, da una vuelta de tuerca cuando, en la investigación para seguir los pasos de esta viajera en el tiempo (Carolina, interpretada por Manuela Vellés) se topan con Almodóvar, quién a contratado a un amigo de la infancia de Pacino para interpretar el papel que Antonio Banderas interpretaría en su película "Laberinto de pasiones" (de ahí el guiño que cito anteriormente). Así, lo que parecía una misión de rescate y vuelta a su época, se convierte en una doble misión paralela para evitar que dos de las grandes obras de arte de nuestro país desaparezcan. ¡A ver quién hubiera ido a los Óscars este año si no hubiera sido Banderas! Así, los agentes se ponen manos a la obra en un episodio muy simpático pero que no olvida el lado duro de las buenas cosas.


Con una nostalgia plasmada brillantemente, el episodio nos recrea la trama de Almodóvar inmensa en "La movida madrileña", uno de los movimientos artístios y culturales claves en nuestra historia. La recreación de los lugares y los trajes es sublime, sin caer en la parodia o la burla en ningún momento, como sucede con el personaje del director manchego, interpretado sublimemente por Carlos Santos. También se presenta el concurso "Un, dos, tres... Responda otra vez" tan recordado y mitificado, como el punto de partida del personaje de Carolina que, al ganar un apartamento en Torrevieja, halla allí la puerta del tiempo para escapar de su marido maltratador, en una subtrama que muestra otro de los episodios duros de aquellos años y que repercute hasta hoy: el maltrato doméstico. De igual forma se presenta la lucha de un personaje contra el sida, como consecuencia directa del ambiente festivo y desenfadado que supuso "la movida", sin dejar de lado la fuerza y la vitalidad para luchar contra la enfermedad que marcó muchísimo en aquellos años. Una trama perfecta, que acaba con una versión de "Life on Mars" de David Bowie bajo las lágrimas de Hugo Silva que otorga un broche de oro a este episodio.


No menos buena es la trama en la corte de Felipe IV, pero si más divertida, con la versión del famoso concurso en los salones del palacio, y en vez de pesetas o apartamentos, ducados y gallinas. Toda una genialidad que solo esta serie podría permitirse. Además, Edu Soto compone de manera brillante al monarca que fue apodado "el Rey Planeta", y que ya se suma a la lista de reyes que han aparecido en la serie. A todo esto, aparece Velázquez en otra de sus genuinas y brillantes apariciones, sobre todo cuando se encara con el jefazo que es Jaime Blanch (Pues pintará Las-Mo-no-nas). Por supuesto, la recreación de palacio es sublime, y no faltan los enanos y las obras de nuestro querido Lope de Vega.


Tal vez lo único malo de este episodio es la resolución de la trama anterior, la llevada a cabo en la corte de Felipe IV. Tras un breve discursillo de Alonso basado en las telenovelas de la uno, Carolina acepta liberarles. Y ya está. Fin de la trama. Ni aparece Felipe IV para detenerles ni nada, ni se paran ni absolutamente nada. Cojen, abren la celda y se van. Y tan tranquilos. A mi parecer, una resolución francamente burda, pero bueno, nada puede ser perfecto. De igual forma, Velázquez parece que va a tener más peso en el capítulo pero desde la escena en la que dice "Os acompaño" hasta el final solo aparece una vez, y es para cerrar las puertas del ascensor a un bebé (detalle genial pero que no compensa ese fallo de guión). Por último, felicitar la brillantez con la que Nacho Fresneda conduce a su personaje, transformado de rudo soldado de los tercios en un padre cariñoso, pero sin caer en el descrédito de su personaje.
Con todo, un episodio muy bueno hasta la resolución de la trama principal. No obstante, el final quedará marcado como uno de los mejores de "El Ministerio del Tiempo".

Atte: Pibón del Barroco

miércoles, 6 de mayo de 2020

SPOILERS Crítica MdT: "Perdido en el tiempo" (4x01)


Y por fin llegó el ansiado día que las sagradas escrituras (los cómics y la novela) profetizaban: el día que sería recordado por milenios; el día que unió a miles de personas en torno a sus televisores: el día en el que se estrenaba por fin la tan ansiada cuarta temporada de "El Ministerio del Tiempo", la mejor serie de la televisión española en muchos años. Y es que, tras casi tres años, parecía inviable una nueva temporada, pero contra todo pronóstico ha vuelto, mejor que nunca y con todos sus ingredientes a la medida perfecta. Ya estamos una vez más para salvar el pasado, nuestro presente y el futuro. Y aquí regreso para criticar (mejor, analizar) cada capítulo desde ya. Pero antes hay que recordar que, el uno de noviembre de 2017 la serie se retiraba con sus peores datos y uno de sus mejores episodios: "Entre dos tiempos", un relato metafísico y paradójico sobre una serie basada en la propia serie. Una genialidad absoluta. Y aunque unos meses más tarde se lanzaría el segundo cómic de la serie, la propuesta de renovación estuvo en el aire hasta el día de los inocentes de 2018, y en noviembre de 2019 comenzaba el rodaje. Por supuesto, un cambio radical en cuanto al diseño: ya no tenemos el clásico ministerio claustro(nunca mejor dicho)fóbico. Ahora tenemos un pedazo de edificio hermoso, idóneo y reutilizible:


Aunque echaremos de menos la cochambrosa sede en mitad de Madrid, el nuevo edificio plantea y trae una serie enorme de ventajas, la primera, el poder rodar en un entorno natural, lo que otorga realismo y calidad visual, pues ya no son necesarios los focos y otros cachivaches. Claro que, la luz del sol no se puede manipular, así que la iluminación ha de ser más cuidadosa. Por otra parte, las antiguas máquinas y herramientas de los 50 dan un aire clásico a la sede, pero a la vez moderno y futurista. Una elección magistral. De igual forma que hay cosas que cambian, también las hay que siguen: no solo se mantiene el reparto de la temporada anterior, si no que también vuelven Rodolfo Sancho y Aura Garrido, y hay incorporaciones claro. También regresa uno de los enemigos por antonomasia del Ministerio: el comendador interpretado por Francesc Orella, un actor fabuloso que de seguro, nos sorprendre gratamente esta temporada.


Pero bueno, vamos a lo que nos interesa, que es comentar los capítulos: el primero, titulado "Perdido en el tiempo" inicia con algo que ya se adelantó en la precuela de la temporada: que Julián, al parecer, no murió en la batalla de Teruel, si no que sobrevivió y ahora es la nueva imagen del régimen Franquista, un actor llamado Eulogio Romero, superviviente también de la División Azul y galán de cine. Con esta premisa, el Ministerio llama a la patrulla restante (Amelia no tiene cobertura en su época por lo que se ve), a pesar de que Alonso dejó claro que se retiraría, sin embargo, es comprensible que un hecho tan impactante le haga retomar su trabajo, y junto a Pacino, Lola (Estos en una relación que se tambalea por su trabajo) e Irene viajan a 1943 en busca de Julián. Y aquí quisiera remarcar el hecho de que Alonso no se ha visto con Pacino desde hace tres años, lo que me resulta bastante raro porque a fin de cuentas, eran amigos, y nada se interpuso en esa amistad. 


Retomando la trama, quisiera señalar un par de puntos: que la puerta de 1943 de a un burdel me ha parecido un detalle magnífico, visibilizando la dura situación de la postguerra incluso en la capital, en la que algunas mujeres debían recurrir a la prostitución para ganar algo de dinero (sumado al ya clásico chiste de la serie de que en cualquier época se cobra poco) y el segundo, la mención al bombardeo de la Plaza de Cabra, que como se dice en la serie "Picasso no pintó un guernica sobre ello", y eso es lo que más me gusta de esta serie, que reparte palos a un lado y a otro. Mención especial para, como siempre, el exquisito diseño de producción y vestuario, pues el plató cinematográfico de 1943 me ha parecido sublime. Por supuesto, el uso del chroma mejora cada día, incluso para escenas que yo dudaba de que se hubiera usado, lo que demuestra que esta serie tiene detrás a unos genios del VFX.


El episodio se resuelve de manera elegante: Julián no parece recordar a sus compañeros, pero además, prepara con miembros de la resistencia republicana un atentado contra Franco. Gracias a los contactos de Lola ella puede estar presente durante el intento de atentado y, aunque quiénes lo evitan son los dobles del dictador (que luego se presenta halegando que los actos ceremoniales le aburren mucho, lo que, en su conjunto me ha parecido una exquisitez solo al nivel de esta gran serie, la única que podría permitirselo) y Julián es arrestado junto a Lola, finalmente la patrulla les detiene, volviendo todos al Ministerio dónde Julián reacciona de forma un tanto agresiva e incrédula, lo que refuerza la opción de un Julián amnésico. Finalmente, un sueño del propio Julián encamado en una habitación sanitaria da pie al final del capítulo. No hablaré de tal sueño porque mencionarlo es injusto y merece verlo, y lo único que puedo decir ante esa escena es un "bravo" alto y claro.



"Perdido en el tiempo" supone un regreso brillante de la serie. No se andan con rodeos y nos introducen directamente en la trama de esta temporada, que se ve, estará muy enfocada a los problemas personales de sus personajes, con Julián (no sé hasta que capítulo) como epicentro. De igual forma se puede esperar una ambientación magistral, así como una muy buena calidad de imagen, que cada día me gusta más. La dirección arroja planos de vez en cuando bastante buenos, excelentes diría yo, y me gusta especialmente un detalle: los capítulos se acortan. Les quitan quince minutos, con lo que les quedan episodios (o quedarán) más condensados, más directos y más redondos, pues ya no resulta necesario rellenar para alcanzar ese tope de la hora y cuarto. Es más, si les sobran ideas, pueden emplearlas en futuros episodios. Ahora solo tengo que mencionar lo que no me ha gustado: la cabecera inicial está bien pero se me hace corta, no me da tiempo a saborearla. De igual forma los créditos finales, que me gustaban mucho más con el avance del capítulo siguiente enmarcado a la derecha y los créditos corriendo. Pero bueno, son detalles minúsculos en un muy buen episodio, que supone el mejor inicio de temporada desde la original.

Atte: Pibón del Barroco